Las redes sociales, ¿el camino para denunciar la violencia de género?
Las redes sociales se han convertido en un espacio para denunciar el acoso, abuso sexual y violencia contra la mujer. A la práctica de denunciar con nombre propio a quienes abusan o acosan a las mujeres se le conoce como “escrache”.
“El 26 de julio de 2020 en horas de la mañana estaba en el norte de la ciudad en donde había dictado una clase de telas y ese día había decidido irme en bicicleta. A la altura de Mazurén comencé a sentir el motor de una moto cerca, yo no le paré muchas bolas, cuando pasó rápido y me pegó una nalgada que casi me hace caer porque perdí el control de la bicicleta”, narra Juanita Díaz, una joven de 23 años que es acróbata y está terminando su carrera de artes plásticas y visuales y fue víctima de un acto sexual violento. “Cuando llegué a la casa lo primero que hice fue sacarme fotos de la nalga porque tenía plasmada la mano del man -que me duró dos días-…Antes de ir a hacer la respectiva denuncia ante las autoridades yo hice el video que está en Internet y contaba cómo me sentía”, añade.
Las redes sociales se han convertido en una forma de comunicación imprescindible en la vida de todas las personas, particularmente de los jóvenes, y muchas de estas se han apropiado de ellas para generar nuevas dinámicas: con el tiempo y la fuerza, movimientos como el “MeToo” sirvieron como herramientas para las mujeres que han sido víctimas de violencia de género y otros tipos.
El Grupo Centro de Referencia Nacional sobre Violencia del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses reveló un informé sobre las muertes violentas de mujeres entre los años 2015 y 2019 en el país. En promedio, en ese periodo, fueron asesinadas 2,7 mujeres cada día. El informe además determinó que, de 600 mujeres atendidas por casos de violencia, 86,6% fueron agredidas por su pareja sentimental, expareja, algún conocido o familiar.
Aunque no es una alternativa a la vía jurídica, que no está exenta de mecanismo o prácticas revictimizantes, las redes sí son una opción para quien decide alzar la voz. “Dentro de mi experiencia el hecho de haber hecho este video y haberlo publicado en Instagram, sentí que me reconforté un poco el ver que de alguna forma había mucha gente a mi alrededor que me apoyaba y me escribían “espero que estés bien”, “no nos conocemos, pero te mando un fuerte abrazo”, y amigos cercanos que compartieron el video y decían que había que hacer este tipo de denuncias y no quedarse callada. Eso de alguna u otra forma me hizo sentir un poco liberada y me unió también a muchas mujeres que habían pasado por lo mismo y que en algunos casos no habían hecho la denuncia y ver mi testimonio las alentó a hacerlo”, cuenta Juanita.
Las redes sociales se han vuelto una plaza pública que permite una organización más sencilla por parte de grupos de mujeres. Además, no solo se trata de un espacio para organizarse, sino precisamente de un lugar en el que se hacen denuncias y se expone la violencia de la que son víctimas. “Las redes son una construcción de espacios seguros para comunidades afines, que, sumado a la falta de confianza y legitimidad de las instituciones públicas, se entiende porqué la gente acude más a espacios seguros para hacer denuncias”, asegura Carlos Bonilla, estudiante de noveno semestre de Antropología. “Lo que es un factor muy determinante para pensarse las redes sociales como una facilidad para denunciar los casos de violencia basados en género radica mucho en el grupo etario, el hecho de ser más joven nos hace más cercano a las redes sociales y por lo tanto somos más conscientes de su efectividad, no solamente en la transmisión de información, sino como una forma de mantener un mensaje fuera de unos lineamientos institucionales o judiciales”, explica.
Estos espacios muchas veces sirven para dar el primer paso hacia la denuncia, o incluso para aprender a percibir señales de abuso. El diálogo que se genera en estas plataformas funciona como acompañamiento y orientación para las personas vulneradas. Hay innumerables espacios digitales en los que se promueven la salud y el bienestar de la mujer, así como prevención de la violencia física y emocional. “Hay que hacer la advertencia que la denuncia pública en redes sociales no reemplaza los canales institucionales de la justicia. Tampoco sirve como juicio y condena formal, ni tiene las garantías de un proceso”, indica Pedro Páez, abogado penalista.
En el Código Ley 599 del 2000 se establecen los mecanismos de denuncia en caso de maltrato intrafamiliar. El proceso puede iniciar de dos formas, una en una situación de flagrancia, es decir que el victimario es encontrado cometiendo la agresión. En ese caso la autoridad policial lleva ante un fiscal el caso y este legaliza la captura ante un juez de control de garantías. En una segunda audiencia se le generan imputaciones, es decir, se realiza la narración de los hechos y la presunta comisión del delito que se está investigando. Si el caso lo amerita puede generar una tercera audiencia que es la imposición de medidas de aseguramiento. La segunda forma de iniciar el proceso es cuando la persona no es encontrada en flagrancia y la víctima cuenta con un tiempo de seis meses después de la última agresión, tanto física como psicológica, para denunciar el hecho ante el Fiscal, ya sea de formal oral, escrita o virtual. Después de radicada la denuncia puede transcurrir una semana para que la Fiscalía le asigne un despacho de un fiscal para que inicie la investigación, y si es necesario el fiscal puede llamar a la víctima para que haga una ampliación de la denuncia aportando nuevas pruebas.
Las mujeres alrededor del mundo están habilitando espacios colectivos para poner en evidencia todas aquellas prácticas, actitudes y violencias que han sufrido históricamente por ser mujeres y que ya no están dispuestas a soportar. Y es en las redes donde encontraron un mecanismo masivo para hacer las denuncias públicas, mover las estructuras y buscar una condena social que pueda generar cambios. Bajo esa idea nació el movimiento “Me Too” (Yo también) en el 2006 en cabeza de la activista y trabajadora juvenil neoyorquina Tarana Burque, quien creó Just Be Inc., una asociación dedicada a la atención para niñas y adolescentes negras que han sufrido violencia sexual. Sin embargo, fue en 2017 que el #metoo se volvió viral gracias a los tweets de la actriz Alyssa Milano en los que acusaba al productor de Hollywood Harvey Weinstein, alentando a todas aquellas mujeres que hubiesen sido acosadas a compartir en Twitter sus historias utilizando el hashtag.
Algo tan sencillo como una etiqueta en Twitter logró conectar a muchas mujeres que se sentían identificadas. Gracias a ese altavoz que son las redes sociales se consiguió desplazar un mensaje de empoderamiento y autoafirmación que ha ayudado a desmentir esa idea de que el feminismo es un movimiento de determinado tipo de mujeres. Según un análisis hecho en Google Trends al hacer la búsqueda del término feminismo en los últimos cinco años a nivel mundial se muestra que a lo largo de este tiempo tiene en específico cinco momentos en aumento de búsquedas: de 5 al 11 de marzo de 2017, de 4 al 10 de marzo de 2018, de 24 de febrero al 2 de marzo de 2019, 8 al 14 de marzo de 2020 y finalmente del 7 al 13 de marzo de 2021. Los países que más tienen interés en este son Chile, España, Argentina, Uruguay y México y el segundo tema relacionado con el término es Me Too.
La interacción que ha surgido entre feminismo y las redes sociales ha supuesto la globalización del movimiento, su expansión y la ocupación de un espacio social antes limitado. El feminismo está viviendo un momento de éxito político, se ha extendido a todos los continentes y se han establecido luchas activas contras las prácticas patriarcales. Estas plataformas han ayudado a expandir proyectos feministas como la campaña #MyDressMyChoice que comenzó tras la agresión de una joven en Nairobi por utilizar una minifalda o el #BringBackOurGirls lanzado después del secuestro de más de 300 niñas en Chibok, Nigeria.
En medio de esta ola de denuncias por acoso se aviva la discusión de quienes piden que las redes, especialmente Twitter, eliminen el contenido de denuncia con el fin de garantizar la presunción de inocencia y el derecho al buen nombre de los presuntos victimarios. Así como que las denuncias se hagan únicamente ante los entes disciplinarios correspondientes. Sin embargo, estas plataformas no deben eliminar este contenido porque deben promover el libre flujo de ideas y porque las denuncias de acoso son asuntos de interés público.
Recientemente la Corte Constitucional de Colombia determinó que las víctimas de delitos sexuales tienen el derecho a denunciar libre y públicamente los hechos que afirman haber padecido puesto que se tratan de publicaciones de suma importancia para la sociedad, como lo son las reivindicaciones por los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia de género: “(…) permitirle a ésta expresarse libremente no tiene la capacidad de desdibujar la presunción de inocencia del victimario, pues este (i) seguirá presumiéndose inocente a la luz del ordenamiento jurídico y (ii) siempre que esta situación sea referida por un tercero, deberá ajustar a los principios de veracidad e imparcialidad”, dice la sentencia.
La Corte dijo que es más grave impedir que una mujer denuncie, que el daño que puede generar en términos de honra y buen nombre del denunciado. Con esto se está dando un paso en la erradicación de estereotipos y la reducción de situaciones que puedan generar más violencia contra las mujeres. Por eso es tan importante entender que esa información no debe estar silenciada porque si eso pasa, el público no va a debatir, no va a tener elementos de juicio para discutir el tema y va a seguir siendo algo que se trata casi que en la clandestinidad.
Tanto el movimiento como el hashtag Metoo se han transformado en herramientas de denuncia contra todo el sistema de dominio machista dentro que cualquier ámbito, social, laboral, educativo, legislativo, etc., mediante un mensaje de solidaridad y empatía: “sé cómo te sientes porque yo pasé por lo mismo”. No hay que tener miedo de denunciar a su victimario, tal vez la denuncia en redes sociales no tenga peso ante la justicia, pero sí uno grande ante la sociedad y así mismo puede que más víctimas se animen a denunciar y alzar su voz. ¡Únete a la causa!